Antílope saiga (Saiga tatarica)
Grulla siberiana (Leucogeranus leucogeranus)
Gacela de Mongolia (Procapra gutturosa)
Caballo de Przewalski (Equus ferus przewalskii)
Tigre de Bengala (Panthera tigris tigris)
Oso pardo del Himalaya (Ursus arctos isabellinus)
Lobo indio (Canis lupus pallipes)
Buitre indio de cuello largo (Gyps indicus)
Hierba de fuego asiática (Themeda triandra)
Ajenjo del desierto (Artemisia deserti)
Lirio de estepa (Iris bungei)
Tamarisco asiático (Tamarix aphylla)
Hierba del antílope (Chloris virgata)
Artemisia del Himalaya (Artemisia maritima)
Estepa de plumas (Stipa capillata)
Ciprés del Turkestán (Juniperus turkestanica)
1. Factores Naturales
Variabilidad climática:
Las praderas y sabanas son ecosistemas sensibles a fluctuaciones de temperatura y precipitaciones, que afectan el crecimiento de plantas y la disponibilidad de agua.
Incendios naturales:
Los incendios esporádicos pueden regenerar ciertos ecosistemas, pero también destruir grandes áreas de hábitat cuando se vuelven incontrolables.
Desertificación:
La degradación del suelo por procesos naturales, como la erosión, impacta negativamente en las praderas.
Plagas y enfermedades naturales:
Pueden afectar tanto a la flora como a la fauna, alterando el equilibrio del ecosistema.
2. Factores Antrópicos (Humanos)
Expansión agrícola y ganadera:
Las actividades humanas sustituyen grandes extensiones de praderas por cultivos y pastos para ganado, reduciendo los hábitats naturales.
Caza y sobreexplotación:
La presión humana sobre las especies para obtener alimento o productos derivados afecta gravemente a las poblaciones animales.
Construcción de infraestructura:
Carreteras, ciudades y represas fragmentan los ecosistemas y dificultan el movimiento de las especies.
Contaminación del suelo y agua:
El uso de pesticidas, fertilizantes y otros contaminantes afecta directamente a la biodiversidad y a los recursos disponibles.